martes, 7 de marzo de 2017

La Biblia en tu vida Padre Flaviano Amatulli

La realidad de la Iglesia Catolica - Padre Flaviano Amatulli

Padre Fortea: ¿Es Francisco un falso Papa? ¿Qué opina del Sedevacantismo?

PADRE SANTIAGO MARTIN - CISMA EN LA IGLESIA CATOLICA - Magnificat TV

El 4º capitulo de AMORIS LAETITIA por Mons. Munilla

Amoris Laetitia - Discernimiento, como siempre - P Santiago Martín

Comentario a la Exhortación Post-Sinodal: Amoris laetitia _ Ricardo Bláz...

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Los Papas y el sexo (Dosieres Vaticanos) // Eric Frattini en Espacio en ...

El Libro Negro del Vaticano / Eric Frattini en Espacio en Blanco

lunes, 6 de marzo de 2017

El Plan de la desintegracion de la familia

La ideologia de género


Published 5 March, 2017 by Comunidad Saker Latinoamérica Defender lo evidente “La ideología reinante no se conforma con imponer una percepción subjetiva sobre una evidencia biológica, sino que pretende convertir esa percepción subjetiva en dogma social, moldeando la opinión pública.” Juan Manuel de Prada 5 marzo 2017 Tiembla el pulso al escribirlo, pero aquel mundo de pesadilla que se recrea en 1984 ya está entre nosotros, con tan sólo treinta años de retraso: “El Partido –escribe Orwell– os decía que negaseis la evidencia de vuestros ojos y oídos. Ésta era su orden esencial. El corazón de Winston se encogió al pensar en el enorme poder que tenía enfrente. Y, sin embargo, era él, Winston, quien tenía razón. Había que defender lo evidente. (…) La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro. Si se concede esto, todo lo demás vendrá por sus pasos contados”. Ese totalitarismo fiscalizador, que en la novela de Orwell se encarnaba en el Partido, en nuestra época se encarna en la ideología de género denunciada por el Papa Francisco en su exhortación Amoris Laetitia, que impulsa “proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer”. Una ideología que pretende –volvemos a citar a Francisco– “imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños”, negando las realidades biológicas más evidentes. Cuando una evidencia biológica y una ideología se contradicen, lo más sensato sería aceptar la evidencia biológica; pues, como decía Chesterton, el hombre debe dudar de sí mismo, antes que de la verdad de las cosas. Pero ya sabemos que en nuestra época sucede exactamente lo contrario. No siempre, sin embargo. Cuando una chica escuálida, negando una evidencia biológica, afirma que está gorda y se somete a una dieta estragadora, dictaminamos que padece un trastorno mental. No ocurre, misteriosamente, lo mismo cuando un señor con toda la barba, negando una evidencia biológica, afirma que es una señora y se somete a tratamiento hormonal o a mutilaciones en el quirófano. Entonces la ideología reinante nos exige dictaminar que ha asumido su “identidad de género”. En ambos casos nos hallamos ante una percepción subjetiva que niega una evidencia biológica; pero los dictámenes de nuestra época para cada uno de los casos son completamente distintos. ¿No será que, como denunciase Chesterton, vivimos en una época empeñada en considerar las pasiones sexuales más peregrinas como las cosas más inocentes, para que las cosas más inocentes se tiñan de las pasiones sexuales más peregrinas? Enseguida hallamos la respuesta cuando descubrimos que la ideología reinante no se conforma con imponer una percepción subjetiva sobre una evidencia biológica, sino que pretende convertir esa percepción subjetiva en dogma social, moldeando la opinión pública hasta lograr lo que Marcuse denominó “la dimensión única de pensamiento, de tal modo que toda contradicción parezca irracional y toda oposición imposible”. Y pretende, sobre todo, que nuestros hijos –las cosas más inocentes– sean aleccionados de forma obligatoria en esa dimensión única del pensamiento desde la escuela, con leyes como la que ha promovido la alguacialesa Cristina Cifuentes. “El sentido común se ha convertido en la mayor de las herejías”, afirmaba Orwell, describiendo el mundo totalitario de 1984. Ha llegado el momento en el que, como ocurría en aquella novela, se nos quiere obligar a aceptar que dos y dos son cinco. Ha llegado el momento de defender lo evidente, frente al rebaño que aplaude al rey desnudo. Se nos encoge el corazón, como al personaje de Orwell, al pensar en la magnitud del poder que tenemos enfrente; pero es un poder que quiere corromper a nuestros hijos. Ha llegado la hora de alzar la voz o callar para siempre. Artículo publicado en ABC el 4 de marzo de 2017.

viernes, 3 de marzo de 2017

Kurt Lewin: la ingenierización de turbulencias sociales TLV1

Heidegger y Wittgenstein, "los últimos filósofos", según un ensayista alemán


Heidegger y Wittgenstein, "los últimos filósofos", según un ensayista alemán Rodrigo Zuleta La Vanguardia Berlín, 28 feb (EFE).- El ensayista alemán Manfred Geier acaba de publicar un ensayo en el que traza un paralelo entre la vida y la obra de dos de los filósofos más importantes del siglo XX, Ludwig Wittgenstein y Martin Heidegger. Y además procura tender puentes para una especie de diálogo póstumo entre los dos pensadores. Wittgenstein y Heidegger. Los últimos filósofos, es el título del libro de Geier que está ya en las librerías alemanas publicado por la editorial Rowohlt. El libro va desde la juventud de los protagonistas -la de Wittgenstein como heredero de familia rica y la de Heidegger como joven de escasos recursos protegido por la iglesia católica- hasta el final de sus vidas, sin dejar de lado la complicidad del segundo con el régimen nazi. Calificar a los dos pensadores como los "últimos filósofos" puede causar cierta irritación, si se tiene en cuenta que Heidegger murió en 1976 y Wittgenstein en 1951 y desde entonces las facultades de filosofía en todo el mundo han seguido funcionando y se han seguido escribiendo y publicando libros sobre la materia. Sin embargo el calificativo tiene sentido en la medida en que es difícil, después de ellos, encontrar una obra filosófica que, como lo pretendía Wittgentein en el Tractatus, dejará resueltos "todos los problemas". En todo caso, es posible decir que Wittgenstein, con el Tractatus, terminado en 1918 y publicado en 1922, y Heidegger, con Ser y tiempo, publicado en 1927, son autores de los dos libros más influyentes y más emblemáticos de la filosofía del siglo XX. Esos dos libros se convirtieron, hacia el final de los años 20, en el centro de una controversia que en cierta manera continúa y sus dos autores fueron una especie de corifeos de los dos bandos. Wittgenstein, tras publicar el Tractatus y retirarse temporalmente de toda actividad filosófica en busca de la "vida virtuosa" -regaló su herencia a sus hermanos y trabajó como maestro rural- fue asumido como modelo por el llamado "Círculo de Viena", que combatía la metafísica y la ideología desde la defensa del pensamiento científico. La idea de que todo lo que puede decirse se puede decir con claridad y la afirmación que aparece al final del Tractatus según la cual sobre aquello de lo que no se puede hablar hay que callarse, eran parte clave del arsenal del grupo contra las nebulosas de la metafísica. Uno de los miembros del "Círculo de Viena", Rudolf Carnap, escogió justamente a Heidegger como uno de sus blancos de ataque a la metafísica en su trabajos Superación de la metafísica a través del análisis lógico del lenguaje, escrito en 1930 y publicado en 1931. La idea era denunciar como nebulosas sin sentido todo aquello que no fuera verificable o falsificable. Tal era el caso, según Carnap, expresiones como "el ser" o "la nada", alrededor de las cuáles gira el pensamiento de Heidegger. Geier en su libro señala que la lectura que hacía el "Círculo de Viena" del Tractatus era sesgada. Wittgenstein no negaba que existiera aquello de lo que no se podía hablar sino que, por el contrario, reconocía expresamente su existencia. En conversaciones posteriores con miembros del Círculo, de las que hay testimonios escritos, Wittgenstein, hablando de Heidegger, había expresado su comprensión por el deseo de tratar de superar las fronteras del lenguaje Uno de los campos donde, para Wittgenstein, ese deseo se convertía en una necesidad era el campo de la ética. Definir lo bueno era, para Wittgenstein, una tentativa imposible. Pero apunta a algo. Mientras que Wittgenstein trataba de encontrar la respuesta a su inquietud ética en la vida virtuosa -que sólo se podía vivir y no se podía describir- Heidegger declaraba la pregunta por el comportamiento ético como algo sin interés filosófico. Geier conjetura que ese desinterés por la ética concreta llevó a que Heidegger nunca comprendiera los reproches que se le hicieron por su compromiso con el régimen nazi. Para respaldar esa hipótesis cita una frase de la Carta sobre el humanismo en la que sostiene que no le interesaba el tema del mal y del bien, en sentido habitual, ni asuntos de consciencia moral, sino "el significado fundamental de la palabra ethos". Con ello, el compromiso ético concreto, al que Heidegger se había negado, terminaba perdiéndose otra vez en las nebulosas de la metafísica como poniéndose a tiro para otro ataque de los discípulos de Wittgenstein. EFE. Fuente: http://www.lavanguardia.com/cultura/20170228/42381797698/heidegger-y-wittgen